domingo, 15 de octubre de 2017

El vaso de la torta

Si tuviera que detenerme en alguno de los gestos de ayer que registré en mi memoria, me quedo con las manos de una mujer.

Estaba en el cumpleaños de una amiga y, antes de partir la torta, su mamá, incrustó un vaso al medio. Esa es una tradición que forma parte de nuestra cultura, sin embargo hace mucho tiempo no lo veía. Alguien una vez me explicó que esa costumbre tenía su razón de ser: era algo así como el privilegio de la matriarca. Otra vez me dijeron que lo del vaso en realidad era un truco, para que se cortara mejor la torta. Sea lo que sea, desde niña me pareció que detrás de ese pequeño acto se escondían una serie de misterios.


En fin... Cuando todos comenzamos a comer, giré la vista y la vi a ella, hurgando con su tenedor dentro del vaso para sacar los pedazos que se pegaban al fondo, negándose a salir.

La delicadeza del movimiento de su mano, llamó poderosamente mi atención. Intenté descrifar todo lo que había detrás de ese gesto. En primer lugar, el saber que ese trozo especial de la torta, el corazón, se reservaba para ella; en segundo lugar, entender que esa era también una merecida recompensa para quien se había afanado en preparar la fórmula de aquel exquisito sabor a hogar, sabor a mamá.
 

No tomé fotos de aquel gesto, pero aún puedo sentir la huella de sus movimientos en el aire...

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